Nártex de Cuaresma
Los Nártex surgieron como una respuesta a dos de las más grandes dificultades que muchos católicos experimentan en cuanto a la vivencia consciente de su fe: por un lado, la ignorancia litúrgica, muchos católicos no saben ni entienden el porqué de cada gesto, signo y fórmula de la liturgia; y por otro, la crisis de significado. Muchos católicos no tienen una vivencia significativa de la liturgia, no pueden hacer conexiones entre lo que celebran y su vida, conexiones con su historia particular.
El Nártex de Cuaresma es muy especial varios sentidos: no lo celebramos al inicio de la Cuaresma, sino en el domingo de Laetare, o en los días inmediatos a este domingo. Un domingo muy especial –en plena cuaresma- en el que aparece un signo interesante, el color rosado… un signo del que muchos católicos desconocen su significado. Una herencia que recibimos de una de las cinco familias litúrgicas de la Iglesia, la liturgia bizantina.
De este modo se quería invitar a los fieles a fijar los ojos en el gozo pascual que ya estaba muy cerca… UN GOZO QUE EN REALIDAD ERA LA ÚNICA RAZÓN PARA VIVIR LAS PRÁCTICAS CUARESMALES DE ORACIÓN, AYUNO Y LIMOSNA. En efecto, la privación voluntaria de los placeres, es –en la Cuaresma, la mejor forma de ANHELAR, DESEAR CON MÁS FUERZA el GOZO DE LA PASCUA.
En cuanto a su estructura, el Nártex tiene tres partes: la liturgia de las horas (las I vísperas del domingo IV de Cuaresma), las intercesiones ante la cruz (preces que incluyen la meditación de los principales momentos de la Pasión del Señor) y la renovación de las prácticas cuaresmales: oración, ayuno y limosna.